Estudiantes universitarios de las nuevas generaciones tienen cada menos disposición a la lectura, confesando que les es más difícil leer libros completos.

Aunque el reportaje es especifico a las universidades de Estados Unidos, los comentarios en redes sociales demuestran que este problema es general en todos los países, y el debate va por dos lados.

  • Que la metodología para «enseñar a leer» libros esta desfazada.
  • Que debemos reformar la manera en que se educa en colegios y universidades a la realidad de los jóvenes de hoy.

Cualquier comentario a favor de darle importancia a la lectura como método pedagógico es calificado de anacrónico y elitista, acompañado de una catarsis de malas experiencias personales porque en el colegio un profesor les obligo a leer y no le encuentran relación con lo que hacen hoy en día.

Para empezar, si estoy de acuerdo que los métodos de educación necesitan ser renovados, reconociendo que hay muchas maneras de aprender, desde los libros hasta los TikTok y video juegos, o directamente la práctica en el oficio. Una enciclopedia de la historia de la música es un excelente complemento para aprender, pero no va reemplazar la experiencia de ensayar y tocar en vivo, sea el género musical que sea. Mientras más prácticas, más fácilmente fluyes.

Leer no es un acto elitista. Ni es un espacio reservado sólo para los privilegiados. Se tienen contados 7000 idiomas en todo el mundo, con al menos 50 sistemas de escritura. Cada persona en cualquiera de esos idiomas puede escribir cartas, correos electrónicos, publicar en redes sociales, y eventualmente, producir artículos, ensayos, tesis, y libros, además de poemas, canciones, novelas o guiones.

Para medirlo en libros, se editan 2.2 millones de libros al año según la UNESCO; y con acceso a internet (67% de la población mundial), es posible acceder a títulos recientes o antiquísimos de casi cualquier tema y cultura, ya sea por vías regulares o piratas. El acceso a la lectura no es elitista, sino todo lo opuesto.

A pesar de tanto acceso, en los colegios cada vez encargan leer menos; el alumno esta preparado para salir bien en los exámenes, no para aprender o crear ideas propias.

Esto no significa una orden militar para obligar a leer; es necesario reinventar la enseñanza para que el hábito de la lectura no sea visto como una obligación, sino como un medio hacia un propósito.

Photo by Ylanite Koppens on Pexels.com

Las nuevas generaciones necesitan, demandan, nuevos formatos educativos. Y estoy de acuerdo. Pero producir videos, juegos interactivos, o hasta maneras divertida de enseñar, todos estos formatos necesitan dos cosas: que el expositor maneje muy bien el tema, y que tenga las habilidades de exponer su conocimiento en estos nuevos formatos creativos.

El Tiktok o video ensayo de Youtube que resume una novela o película, que expone un concepto de doctrina o filosofía, el desarrollador de un video juego que necesita de artistas visuales, guion, mecánicas de juego y producción, el editor de un reportaje para televisión o de un largometraje, todos requieren concentración para ser producidos.

Motivación y propósito.

En el aula de clases puedes preguntar quienes prefieren ver el video que leer la fotocopia del capítulo del día, pero para crear el video, hace falta leer el mismo capítulo muchas más veces, preparar el producto multimedia, editarlo, y presentarlo con la mejor calidad técnica de video y audio posible.

El estudiante consume el video, pero el trabajo de leer a profundidad, de concentrarse, lo realizo el profesor o editor para presentar el mejor producto posible.

Cuando el estudiante llegue a la vida real fuera del colegio o universidad, seguro se va acordar de los videos, pero cuando le toque exponer sus propias ideas, escribir sus propias palabras, exponer planes para colaborar, trabajar, construir o cambiar el mundo, va necesitar concentrarse para encontrar sus propias palabras.

No es necesario que exponga sus ideas en un libro, pero si decide exponerse en formato de TikTok, como un video juego, o como una película, en todos ellos va necesitar de la concentración para mejorar como presenta sus ideas.

La gratificación instantánea de tener acceso a todo desde un teléfono les permite saber de todo, pero sin saber de nada en realidad.

Cualquier persona va confesar (o no) el gusto culposo de ver 10 o 20 episodios de Betty La Fea de una sola vez (binge watching) o de pasar viendo Tiktoks horas en su cama. Están concentrados en lo que les gusta y atrapa. Mea culpa. La concentración no nace de la nada, sino del interés genuino del estudiante en la trama, en el tema en cuestión.

Dinámicas de aula invertida, debates, acciones fuera del aula de clase pueden ayudar a despertar esa motivación, a atrapar el interés; la concentración ayuda a comprender la información que se nos presenta, pero también a exponerla de la mejor manera posible, en la sintaxis o sistema de comunicación (escrita, visual, oral) que tengamos a la mano. Cuando uno esta concentrado, todo fluye.

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