La extraña calma de una sociedad postconflicto descansa sobre una capa de historias y ciclos que no han cerrado. En una ciudad del País Vasco, entre 1980 y 2011, sucede «Patria«, novela escrita y la serie para TV de Fernando Aramburu, esta última producida por HBO y estrenada en 2020. Aquí no pretendo opinar ni pretender entender sobre el problema de ETA, sino comentar un detalle de la serie.
Bajo la paz aparente, esta una capa de resentimiento y ciclos que no cerraron. Los resentimientos legítimos por la represión del estado se combinan con actos de crueldad de parte de la resistencia, y junto a eso, los prejuicios y visiones cerradas de la realidad.
La serie sigue la historia de Bittori y Miren, amigas al inicio de la historia. El esposo de Bittori, el Txato, ha sido asesinado por ETA, y ambas familias descubren que el hijo de Miren, Joxe Mari, ha sido detenido e inculpado por la muerte de Txato. Aquí la serie no es ambigua, señala quien mato a quien, pero al desarrollar los personajes, vemos los prejuicios y consignas que nos separan. «Todo vasco es terrorista» y «todo español es facha», y así es imposible vivir en sociedad.
Arantxa no logra sostenerse bajo la presión de vecinos que se espían, amigos que no se hablan, policías y etarras destruyéndose unos a otros. La imposibilidad del perdón, En una playa, en un momento de calma, la presión la derrumba y queda paralítica. Pierde movilidad en la mitad de su cuerpo y se queda muda. Presa dentro de su propio cuerpo por no poder contestar y manejar las presiones de la sociedad. «Que no te cases con un español», «que no te juntes con vascos», «que no le hables a la vecina», «que de perdón nada», «que preguntar por el pasado es buscar problemas».
La novela, o serie, no resuelve todos los problemas, pero sugiere una salida. Que la paz no es el silencio.

